martes, 29 de julio de 2008

Vivienda y Ciudadanía

Arqs. Gustavo Cremaschi (1 y 5) y Jorge Lombardi(1) El siglo XX ha dejado muchos problemas sin resolver, uno de ellos es el de la vivienda. Más allá de la posición ideológica desde la que cada uno lo aborde, innegablemente este es uno de los grandes temas no solucionados. Lo es en el ámbito mundial. Por supuesto que Latinoamérica en general y nuestro país en particular no son una excepción a esta regla. Posiblemente también cabe la pregunta si éste es un problema que tiene en verdad solución o si por el contrario vamos en camino de un agravamiento progresivo de la situación. Desarrollo humano y sostenible En Hábitat II de Estambul, casi en las postrimerías del siglo pasado no sólo no se pudieron mostrar resultados concretos en cuanto a la resolución del hábitat en general y la vivienda razonable en particular sino que en general se cayó según podemos comprobar en muchos de los temas que recurrentemente se tocaron durante todo el siglo. Estambul también fue escenario de discusiones que parecían superadas como el concepto de vivienda de interés social o el de “vivienda adecuada para todos”. El contrapunto entre vivienda como derecho y promotora de la dignidad del hombre o vivienda mercancía derivada de simplificaciones neoliberales, sin embargo abre posibilidades de desarrollo. Como toda crisis ésta presenta peligros pero al mismo tiempo ofrece posibilidades a encontrar ideas que en mares más calmos no serían quizá ni siquiera consideradas. El mismo Foro de Davos, voz de los poderosos del planeta así lo certifica. Ahí nada menos que un icono del éxito, George Soros, alertó sobre la inviabilidad de un planeta donde la mitad de su población vive con dos dólares por día y un tercio sólo con uno. Ellos mismos ven (aunque hagan poco) que es necesario un cambio aunque más no sea para proteger sus propios intereses. Así, es posible hoy en las grietas que van dejando los poderosos trabajar sobre concepciones de desarrollo humano, familia y desarrollo sostenible precisamente conceptualizando sobre procesos de desarrollo que pongan al hombre como eje del mismo. Combinando estos procesos con un respeto por el medio ambiente y la naturaleza, que alejen la posibilidad de final del planeta antes de lo lógico. Modelo económico v.s. vivienda social La propia dificultad alienta a la reconceptualización de términos como riqueza, éxito y crecimiento económico. Cuando caminamos las periferias de Latinoamérica, incluyendo a Argentina se ve lo poco que ha hecho el Estado por desarrollar acciones que propendan a la dignificación del ser humano. Incluso se convive con un sistema de pensamiento cercano a la esquizofrenia pues se acepta por omisión ese modo de vida, mientras los profesionales del hábitat y sus organismos de Ley desarrollan una relación basada casi exclusivamente en la relación con el comitente. La idea de vivienda permanece dentro de esquemas mentales muy similares a los del siglo XIX, ya que siguen vigentes las divisiones sociales nacidas de la revolución industrial y luego plasmadas en códigos basados en la libertad y la propiedad. Éstos, nacidos bajo la esperanza de igualdad, en verdad han posibilitado (y se ha hecho costumbre convivir con) su opuesto: la desigualdad. “Quedan pendientes, peligrosamente, dos grandes desafíos que la humanidad no puede dejar de resolver en el siglo XXI: el problema demográfico y el ecológico”(2). Además la vivienda es la gran constructora de ciudad por lo que si no se opera rápidamente la calidad de las mismas seguirá decreciendo. Con ella también lo hará sin duda la calidad de la ciudadanía construida. El desarrollo científico tecnológico actual, de velocidad exponencial, puede convertirse en un definitivo segregador social si no se encuentra la forma de operar sobre él. En Latinoamérica la conquista española generó la encomienda. En ella los americanos dominados eran confinados a ciertos lugares del territorio. De ahí eran trasladados diariamente a los lugares de trabajo para ser devueltos a su “encierro” al atardecer. Cinco siglos después los nuevos conquistadores hacen lo mismo, sólo que a la inversa, encerrándose en sus barrios privados o en las zonas protegidas por seguridad privada. Esta forma de vida rodeada de alarmas, rejas, perros de guardia y guardias con perros debe mover a la reflexión. En Latinoamérica esta situación está enmarcada por un creciente grado de urbanización y un gran crecimiento poblacional, altísimos índices de desempleo y alarmantes porcentajes de pobres e indigentes.(3) La presencia del Estado parece ser la herramienta que posibilite la concreción de algunas de las ideas que puedan corregir este camino, ciertamente perverso. En Argentina, con un 50% de pobres y un escalofriante índice de indigencia, pareciera que pensar en la vivienda para todo este sector es una cosa absolutamente lejana y separada de la realidad. En la conformación de este cuadro ha tenido mucha importancia la desaparición práctica del Estado Benefactor(4) a manos del denominado ajuste estructural. Este ajuste requerido por los organismos financieros internacionales, implicó la apertura de las economías internas a efectos de refinanciar las deudas contraídas, convirtiendo en la práctica a un organismo de características técnico - operativas como el Fondo Monetario Internacional (FMI) en una especie de gobierno mundial de facto. La relación de estas acciones con la imposibilidad de realizar vivienda social es casi inmediata ya que la propuesta de las mismas se base en obtener recursos para la balanza de pagos y objetivos macroeconómicos, signados siempre por reducción de gastos y apertura económica. La relación entre el FMI y el Banco Mundial ha hecho que para acceder a su ayuda es necesario la aplicación de las medidas de estabilización propuestas por el primero. Éstas son lamentablemente comunes a los argentinos: reducción del gasto público a efectos de reducir demandas, control efectivo del crédito, congelamiento de salarios, reformas financiera y apertura comercial. Políticas de autoconstrucción asistida En este escenario la gente tuvo que resolver su problema de vivienda. Lo hizo poblando aceleradamente las periferias urbanas en forma de anillos que van rodeando las ciudades y formalizando verdaderos cinturones de pobreza que hoy son imagen común en este país y en Latinoamérica. Se ocupan además tierras vacantes, tanto públicas como privadas. Allí la gente realiza como puede su propia vivienda. La villa de emergencia aparece como un eufemismo para hablar de lo que no se quiere hablar y se trastoca el término emergencia al denominar así a un hecho urbano que nada tiene de efímero sino que crece y se consolida. Es como si se hubiera acuñado el término de emergencia permanente. En una primera instancia los gobiernos trataron de poner freno o límite a estas acciones ideando diferentes planes destinados a la “erradicación de villas de emergencia”, llegando en la profusa historia de facto de Argentina, incluso, a la erradicación de pobladores. Queda claro que vista la profundidad del problema que origina al déficit habitacional, siempre el crecimiento de la demanda es superior a la oferta. Ante la imposibilidad de controlar este proceso, los Estados se acoplan al mismo cambiando aquella presencia “benefactora” por otra “facilitadora”, que en términos más o menos llanos significa tratar de emprolijar lo que la gente hace por sus propios medios. Por este concepto la otrora demoníaca autoconstrucción pasa a ser de hecho virtuosa ya que las soluciones populares son en la práctica mucho más eficaces que las de las políticas oficiales. Así, las premisas teóricas de Turner de los 60’ parecen tomar forma definitiva, y las políticas de autoconstrucción asistida toman el papel que innegablemente debe ser del Estado. En este campo sin embargo es posible insertarse con políticas activas que redescubran tecnologías conocidas por tradiciones distintas a la románica. Tanto ello como el manejo y desarrollo de materiales y técnicas alternativas colaborarán con la resolución del problema. El estudio y posterior eficientización de la tecnología de gestión es otro de los puntos importantes a tener en cuenta, ya que desde “el afuera” se pretenden a veces comportamientos del usuario que están lejos de ser razonablemente implementables. Parece que por mucho que se dé vueltas al tema, la problemática de la vivienda sólo será posible de ser resuelta por una activa y eficiente participación del Estado. Para ello, ciertamente, la vivienda deberá ocupar el rol que ancestralmente ha ocupado: cual es el de la primera expresión el territorio propio, ámbito espacial de la familia y promotora social por excelencia. Un problema de Estado Para poder realizar esto se deben quebrar las reglas del mercado demostrando que el problema de la vivienda, en particular la de interés social está lejos de ser una temática de índole económico-financiera sino que va mucho más allá. Es un problema de Estado que hace al bienestar de los habitantes de la Nación. Seguramente, quién haya abordado este artículo con el ánimo en encontrar soluciones para hoy por la tarde se sentirá decepcionado pues ha recibido más preguntas que respuestas y ciertamente ninguna “receta”. El camino que se transita desde hace más de veinte años en torno a la vivienda y su política ha enseñado que sin preguntas adecuadas no habrá respuestas eficaces y duraderas. El destino, el cercano -de hijos o nietos- estará atado a la posibilidad de construir nuevas relaciones urbanas. Y que el derecho a la vivienda digna y al hábitat por ella generado es no solamente un derecho sino una necesidad tan prioritaria como el aire, la comida o el vestido. Si no se asegura esto, la construcción de niveles de ciudadanía superiores que desarrollen democracias reales, duraderas y que mejoren el nivel de vida de la gente, será una utopía. (1) Los autores son Profesores Titulares, Investigadores y Extensionistas de la UNLP. Desarrollan su actividad en la FAU y en la UI3 de su Instituto de Investigación -IDEHAB-. (2) Solares Humberto, Vivienda y Estado. Investigación Universidad de Lund, 1999. (3) Quienes no llegan a cubrir siquiera la canasta de alimentos básicos para la subsistencia. (4) A imagen de las políticas creadas en EEUU con posterioridad a la crisis de 1929 a partir de las ideas de Keynes. (5) Integrante de la Mesa Directiva GEN La Plata

No hay comentarios: