viernes, 16 de mayo de 2008

Contra la pobreza, en serio

Por: Margarita Stolbizer Fuente: DIRIGENTE GEN-COALICION CIVICA El Gobierno nacional ha instalado en la agenda el tema de la distribución del ingreso. Eso es bueno, especialmente en una Argentina castigada por la desigualdad y donde el problema mayor es que, frente a un crecimiento sostenido de varios años y al superávit fiscal, millones de compatriotas siguen sufriendo la exclusión.Aun tomando los mejores indicadores en los resultados macroeconómicos, la brecha entre la porción del ingreso que retiene el 10% más rico de la población y la que corresponde al 10% más pobre es hoy de 28,7 veces.La modificación de este estado de cosas tiene que ver más con las políticas del Estado que con el llamado a la solidaridad cultural que hizo la Presidenta. Estos son los instrumentos con los que, desde el poder, se redistribuye: El sistema tributario es el que define dónde se ejerce la presión para exigir el mayor esfuerzo en la conformación de los ingresos. En los últimos cinco años nada se ha modificado a favor de una mayor justicia de reparto, sino más bien al contrario. Los impuestos al consumo siguen siendo el sostén principal de nuestro sistema fiscal. Poco, casi nada, aportan los impuestos al patrimonio, a la renta financiera y a los fondos especulativamente paralizados.El sistema federal sirve para evitar que las enormes distorsiones que produce nuestra geografía afecten seriamente a quienes viven a cientos o miles de kilómetros de la capital y que sólo por este motivo se encuentran impedidos de acceder a prestaciones universales de educación y salud de calidad. El acceso a la educación, como instrumento igualador y como una puerta de acceso al trabajo de calidad. Luchar contra la pobreza no es disminuir el número de pobres a través de la manipulación de índices. La sinceridad del combate a la pobreza es la modificación de las condiciones por las que las personas no cuentan con igualdad de oportunidades para tener buena atención en salud y educación, una vivienda y un trabajo digno y seguridad. Estos son deberes indelegables del Estado.

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