martes, 24 de junio de 2008

"La política debe rescatar al país de esta crisis"

Radical de origen pero alejada del partido, Margarita Stolbizer está persuadida de que la actual crisis deja abierta la posibilidad de que la política se reivindique con la sociedad creando alternativas para superarla. Por CARLOS TORRENGO -Fernando Henrique Cardoso dice en sus memorias que cuando un gobierno genera un proceso que lleva a la economía a crecer al 8 ó 9% anual, como pasó en la Argentina en estos años, ese gobierno puede dedicarse a hacer política "serenamente, con las espaldas bien protegidas". ¿Qué le sugiere esto en relación con lo que está sucediendo aquí en materia de la relación gobierno nacional-política? -Creo que puedo relacionar lo que dice Cardoso con lo que sostengo desde hace mucho tiempo: el matrimonio Kirchner condiciona, lastima constantemente, la posibilidad de mejora del sistema político argentino. Los términos en que percibe la política y la forma en que opera en política son un impedimento en tanto sólo se mueve en sintonía de acumular y acumular poder y hacerlo a un alto costo para el sistema, es decir, en forma autocrática, excluyente, acrítica... buscando siempre mantener una hegemonía que le quita vitalidad al sistema ya que sólo ellos importan. -¿Qué es la autocrítica como expresión en el sistema de pensamiento? Le pregunto esto porque, y usted lo sabe, la crítica, el cuestionamiento desde lo argumental, es considerada una expresión fundamental y alentadora para el pensamiento. Sin embargo en la política argentina hay mucho déficit de todo esto... -Bueno, en todo caso un déficit del cual no me hago cargo porque hago política desde un profundo convencimiento del valor de la reflexión sobre lo que uno hace y lo que se hace en política. Mi paso por el radicalismo y los términos en que fundamenté mis posiciones posteriores lo reflejan. Pero creo que la ausencia de un manejo de mayor calidad sustentado en el pensamiento se debe fundamentalmente a la fuerte tradición autoritaria que impregna mucho de nuestra historia política. -¿En el marco de la crisis actual el verbo está muy descontrolado? -Está, claro que lo está. Y refleja lo partida que se encuentra la sociedad a partir del conflicto que alentó el gobierno con su decisión sobre las retenciones. Yo responsabilizo al gobierno terminantemente, en un primer orden, en todo lo que hace al descontrol en que entró el discurso político. No se puede hacer política amenazando todo el día y descalificando a quien no comparte las ideas de uno... y esto es lo que ha hecho el gobierno. Pero no nos confundamos: este estilo no surgió ahora, a la luz de las diferencias con el sector rural; es el estilo que expresa al kirchnerismo desde su llegada al poder. Acá no estamos descubriendo nada nuevo, simplemente ratificando la naturaleza de una percepción de la política y de cómo debe ejercerse el poder... es un poder muy agresivo. -¿Qué sería la contracara de ese estilo? -La ejemplaridad sustentando los actos, sus decisiones, el trato para con quienes no pensamos como el gobierno en muchos temas. Somos sus adversarios puntuales en esto o aquello o en todo el contenido de una política, pero el gobierno nos habla como enemigos. -¿Pero los excesos están en ambos sectores en pugna? Hay un jurista que viene insistiendo en que el matrimonio Kirchner se mueve en la lógica piromaníaca de Nerón y hay quienes sostienen que busca sangre... Elisa Carrió sostuvo que los Kirchner quieren sangre. -Y yo he dicho en su momento, cuando "Lilita" dijo eso, que no lo compartía, y eso fue hace ya varias semanas. Como tampoco compartí cuando el presidente de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, manifestó su temor de que corriera sangre... pero aquí también vale señalar que tanto Carrió como Buzzi han estado reclamando permanentemente diálogo, serenidad. -¿La palabra "sangre" tiene una connotación muy particular en la historia argentina? -Exactamente, una historia muy densa, muy dolorosa; hay que manejar esa palabra con mucho cuidado. Pero es el poder expresado en términos de gobierno el más obligado a cuidar la palabra; lo obligan sus obligaciones, su naturaleza, su razón, su legitimidad, aunque ese tino se pierde cuando se gobierna todos los días pensando en términos de amigos-enemigos... una dicotomía que encierra al poder como es el kirchnerismo: muy centralizado en todas las direcciones. -A lo largo de estos tres meses y algo más de creciente crisis, ¿sintió que podía estar afectándose la estabilidad del sistema? -¡No, para nada! Muy por el contrario; me parece que más allá de algún nostálgico que nunca falta pidiendo golpe de Estado o reivindicando la dictadura, la gente salió a la calle en defensa de una mejor política. -Bueno, ésa es también una interpretación que hacen politólogos y sociólogos. Sostienen que especialmente en las dos últimas semanas, cuando se reclamaba diálogo, intervención del Parlamento -por tomar dos datos-, la gente no descartaba la política, descartaba... -...criticaba un estilo de ejercer el poder. El campo y su postura movilizaron o destaparon un sentimiento que no estaba canalizado: el de mucha gente que siente, aun reconociendo logros de este gobierno, que hay cosas que le preocupan, preocupaciones preexistentes al conflicto, como la inflación. -¿Hay un campo o muchos campos, visto el tema desde lo ideológico? -Por supuesto que hay intereses encontrados en el campo, pero eso hace a la naturaleza de esa estructura productiva. Pero no es menos cierto que en materia de oponerse al nuevo sistema de retenciones, que incluso no afecta a todos por igual, está claro, actuaron en conjunto. Porque, además, la agresión que descargó el kirchnerismo sobre el campo a lo largo de estos tres meses hizo que el reclamo se cohesionara sobre la marcha misma... golpistas, oligarcas... -Bueno, un concejal del Frente para la Victoria dijo que de Eduardo Buzzi "no se puede esperar otra cosa ya que es primo el general genocida Bussi", como si ser primo de un asesino lo hiciera a uno asesino, y Buzzi tuvo que salir a aclarar que era Buzzi con "z"... -Desde la ciencia política suele sostenerse que el drama de los conflictos políticos radica en que en determinado momento dejan su condición de tales, o sea, de una contingencia natural de la política, para transformarse las partes en opuestos irreductibles, con lo que pasan a la categoría de enemigos. -Teniendo en cuenta los términos en que se desarrolla el conflicto presente, ¿se llegaría con mucha furia a las elecciones parlamentarias del 2009? ¿Tendrá gravitación esta crisis en las elecciones parlamentarias del año próximo? -En relación con lo primero, espero que no. Aspiro a que se llegue en un marco de debate de ideas y no de furia. En cuanto a lo segundo, bueno, la crisis se desplegó sobre un conjunto muy amplio del país, afectó intereses de la más diversa magnitud... atravesó verticalmente la sociedad; hay pueblos, ciudades, dependientes de la actividad rural que emergen hoy dañados en su actividad económica. Y sí, está abierta la posibilidad en términos muy concretos de que esto tenga una manifestación electoral contraria al gobierno. -¿Esta posibilidad alentará un frente opositor, una reunión de fuerzas destinadas a derrotar al gobierno en un trance decisivo para su suerte en los dos últimos años de gestión de Cristina? Usted suele aparecer, al menos hoy, renuente a hablar de frente opositor. -Yo prefiero hablar de lo que podemos hacer hoy, ante una crisis muy grave, desde la oposición. Corro el tema de las elecciones para pensar en el ahora, pensar en cómo unificar posturas ante los debates parlamentarios que se vienen. No podemos aparecer buscando rédito político de cara a las elecciones por venir... si nos ponemos a hablar de frente electoral inmediatamente vendrán las especulaciones sobre quién para este cargo y quién para aquel otro. Hoy la política debe estar en rescatar el país en esta crisis en que nos metió el matrimonio K.

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