miércoles, 20 de agosto de 2008

Nos va bárbaro pero somos tan tarados que no nos damos cuenta

Nota seleccionada Por Marcela A. Bordenave*, en el blog de Clarín. "Lo que deba ocurrir, ocurrirá, pero el interín es mío", le hace decir Shakespeare al príncipe Hamlet mientras los sones de la tragedia, funestos, ya repican para él y los suyos.A ese tipo de serenidades solemos acudir los argentinos con preocupante ritualismo. Ante el espanto de tres cuerpos acribillados, el gobernador Scioli se apresuró a tranquilizar a la población, asegurando que no era una cuestión de inseguridad sino que se trataba de un crimen mafioso.Que entre nosotros ahora estén instalados narcotraficantes mexicanos, colombianos y peruanos -como la realidad, con modesta elocuencia, lo indica- debería ser un motivo de sosiego. También, que esto haya ocurrido de lo más bucólicamente, ante la ¿sólo pasividad? de la Justicia y la Policía.Desde otra punta del mismo signo político, Aníbal Fernández, ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, fue, como siempre, enfático: "Por más vueltas que le quieran dar aquellos que le quieran sacar ventajas politiqueras a la cosa, la Argentina sigue siendo un país de tránsito".Ah, bueno, menos mal. Aunque, claro, lo del paco, ese nuevo consumo tan extendido entre los sectores más humildes, ¿será una nueva y portentosa invención del todopoderoso relato periodístico?El mismo ministro es el que asegura que la situación de la seguridad en nuestro país es "infinitamente mejor" que en el resto de América (¿Canadá incluida?) y que "cuando un delito sale bastante seguido en los medios, muchas veces se recibe como se tratara de diferentes hechos". Es decir, que la famosa "sensación" de inseguridad la alimenta la misma gente con su falta de discernimiento y su alarmante incapacidad para saber contar.Pareciera que es así, nomás, que todo se trata de una cuestión de percepción e imagen. O que somos medio negativos: tendemos a sentir cosquillas en los oídos con la música cada vez más tronante de los violines del Titanic.Percibimos que los precios suben escandalosamete por encima que los números a los que nos somete el INDEC, percibimos que en vez de la tan mentada y más declamada redistribución aumenta la pobreza, percibimos que también crece la inseguridad, percibimos que hay sacudones y parates complicados en la economía, pero nuestro problema principal consiste en no darnos cuenta de lo bien que andamos.Entonces la clave consiste en mejorar la capacidad oficial para transmitirnos con eficacia comumicativa las deslumbrantes novedades de su excelente gestión.Da la impresión que por eso se eligió a Massa: por su sonrisa dentífrica y su desenvoltura como comunicador. Y también lo que llevó a la Presidenta a dar dos conferencias de prensa requeteimportantes. Es decir, todo va de maravillas: lo que se necesita es una pedagógica explicación para que nosotros, simples argentinos, nos demos cuenta de tamaña evidencia. Tenemos un montón para festejar pero, por falta de esclarecimiento, andamos por ahí, despotricando.Los que interpretamos que nos va como en los Juegos Olímpicos, escasos en podios y medallas, somos el fruto ingrato de un fallido predicamento. Y que no hay nada, claro, nos venga bien. Queremos el oro y el moro, la chancha y los veinte: no nos basta con tanta bonanza y tranquilidad.Lástima que, más allá de las teorías sobre relatos imaginarios, hay una incontestable cosa llamada realidad y que a veces sólo la vemos cuando ya nos pasó por encima. Como tantas, demasiadas veces, el color del camión será distinto pero terminamos igualmente aplastados. Marcela Bordenave, es dirigente de la juventud GEN La Plata en la Coalición Cívica, GEN ACCIÓN.

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