martes, 23 de marzo de 2010

24 de MARZO – A 34 años del Golpe

El 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas asaltaban nuevamente el poder con el habitual y perverso pretexto de “restablecer la paz, el orden y regularizar las instituciones”. Pero esta vez fueron mucho más allá, instaurando un régimen criminal “para combatir la subversión” que sólo se sostendría mediante la instalación del terror en la sociedad, la aniquilación de todo “potencial adversario” y el apoyo de los grandes grupos de poder trasnacionales. El golpe contó con el apoyo de minorías ávidas por preservar sus privilegios e imponer un modelo cultural y económico que de otro modo hubiera sido inviable. Sólo mediante la coacción impuesta desde el Estado fue posible llevar adelante un proyecto económico que garantizara los intereses de los grandes grupos de poder que se veían amenazados en la Argentina de aquel momento. Para implementar ese modelo de concentración de riquezas era necesario destruir las organizaciones político-sociales que lo rechazaban y perseguir a todo aquel que pudiera cuestionarlo. La desaparición forzosa, los asesinatos, la apropiación de los niños, fueron métodos utilizados por los represores, todavía, en muchos casos impunes. La pobreza extrema, la marginalidad, la concentración de la riqueza y el endeudamiento externo siguen siendo aún la herencia de las políticas aplicadas de aquellos años de terror y entrega. Por entonces la recuperación de la democracia se nos había transformado en un fin en sí misma. Al lograrla tras tantos años de terror, de autoritarismo, de silencio impuesto, sentíamos haber alcanzado la meta. A más de 26 años, con la alternancia en el gobierno, con los comandantes juzgados, con los genocidas enfrentando por fin a los jueces, sentimos haber alcanzado parte de aquellos ideales de libertad y justicia. Sin embargo, con la pobreza en aumento, la marginalidad y postergación de millones de compatriotas sin acceso a la educación, a la salud, a la vivienda, queda evidenciada la precariedad de esta democracia que no supo implementar, al menos, alguna política de redistribución de la riqueza que permitiera achicar la brecha social. La deuda de hoy son millones de argentinos rehenes del “clientelismo” político, miles de jóvenes postergados y sin horizonte laboral, expuestos a su propia destrucción, víctimas del abandono y la droga. Una sociedad apremiada por la inseguridad y nuevamente acorralada entre la inflación y el desempleo. Esas son las muestras de la del fracaso de las políticas implementadas desde el poder. En el Día Nacional por la Memoria cabe recordar las raíces pasadas de tantos males que afectan y enferman a nuestra sociedad, no olvidando las deudas presentes y pendientes y comprometiéndonos desde cada lugar en que nos corresponda actuar a impedir que los métodos y la filosofía de aquella hora perversa se sigan filtrando en nuestra vida en democracia. Que el NUNCA MÁS de la sociedad argentina incluya a los genocidas de ayer y a los que hace más de tres años desaparecieron a Jorge Julio López, pero también a un estado que mantiene en prisión hoy a más de 4000 luchadores sociales y abandona en la miseria a millones de personas.

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