lunes, 16 de marzo de 2009

Redistribución de la palabra

*por Emiliano Rosales Entendemos a la radiodifusión como una forma de ejercicio del derecho a la información y la cultura y no un simple negocio comercial. El Estado tiene el derecho y el deber de ejercer su rol soberano para garantizar la diversidad cultural y pluralismo comunicacional, eso implica asegurar la igualdad de oportunidades para el acceso y participación de todos los sectores de la sociedad a la titularidad y gestión de los servicios de radiodifusión. Este mismo gobierno (o su predecesor inmediato) es el mismo que durante cinco años ha autorizado y favorecido el aumento de la concentración (por ejemplo, la autorización de la operación conjunta de Cablevisión y Multicanal y su posterior solicitud de fusión) o ha concedido suspensiones de cómputo de diez años en los plazos de licencias a los titulares de concesiones televisivas, radiales y de cable, violentando la ley, la sensatez, la lógica del calendario y el criterio democrático; ha ignorado la justa petición de cumplimiento de 21 puntos a favor de la democracia comunicacional, suscripta por un centenar de organizaciones profesionales y de derechos humanos, y ha ofrecido una y otra vez la vista gorda a cambio de apoyos tácticos. Es necesaria la sustitución de la vigente Ley de Radiodifusión, anacrónica y reaccionaria, establecida por la dictadura militar en 1980, por un nuevo marco jurídico acorde con los tiempos y a la institucionalidad democrática. Se trata de hacer llegar la democracia hasta el territorio de la comunicación y redistribuir el derecho a la palabra comunitaria (capital tan importante como cualquier otro), asignaturas ambas pendientes cuando menos desde 1983. Pero la experiencia en estos veinticinco años que van de gobiernos constitucionalmente elegidos también indica que los proyectos de ley que hoy se están escribiendo pueden eventualmente ir a parar al mismo cajón al que fueron los treinta y siete proyectos que alcanzaron estado parlamentario en este lapso, incluidos dos propuestos por el Poder Ejecutivo, empantanados todos ellos entre las presiones corporativas y la triste ausencia de decisión política gubernamental. Una nueva ley de radiodifusión es un pilar más para la conformación de un país más justo y democrático, por ello, el debate de este pre proyecto debe contemplar también: incluir a los pueblos originarios, un presupuesto para las radios rurales que no pueden buscar pauta, la regulación de Internet y las nuevas tecnologías, la educación en medios, exigir que no se abra la transmisión digital de contenidos audiovisuales sin una pauta que la regule, entre otros puntos. Emiliano Rosales Titular Juventud del GEN La Plata

1 comentario:

Carlos Hermida dijo...

No sólo los pueblos originarios o las comunidades rurales están impedidas de acceder al espectro radioeléctrico: también las cooperativas, las organizaciones de la sociedad civil, las universidades y demás organizaciones educativas, los cultos reconocidos además de la Iglesia Católica... Son muchas las voces que hoy están excluidas de la redistribución de la palabra.