martes, 13 de abril de 2010

Sería un retroceso que la alternativa fueran Duhalde, De Narváez o Macri

Dijo que "los Eseverri" no tenían necesidad de "agacharse e inclinarse ante el poder corrupto y claudicante de los Kirchner". Planteó las profundas diferencias con Carrió. Y anunció un proyecto de reforma tributaria para empezar a discutir cómo se arma la riqueza que hay que distribuir. Aseguró que hay que revalorizar los programas y las ideas y que los hombres no son más que representantes ocasionales de esas ideas. Es una trabajadora de la política que construye con esfuerzo. No tiene el carisma arrollador de Elisa Carrió. Su nombre no es masivamente conocido. No la invitó Marcelo Tinelli a hacer campaña en Gran Cuñado. Pero tampoco tiene una historia de virajes, contramarchas y gestiones fallidas. Ese es, acaso su enorme capital. Margarita Stolbizer nació en el radicalismo y se fue por las mismas causas que se fueron tantos. Su partido es el GEN, un reducto progresista desde donde quiere juntarse con aquellos que compartan ideas y programas. Hace una definición simple pero extrema en estos tiempos: "los candidatos son simplemente las personas que de manera circunstancial expresan los proyectos". Profundísimo en épocas en que cualquiera lanza -sin programa y con dinero- una candidatura presidencial en los medios masivos. Stolbizer y Elisa Carrió fueron adelante en la Coalición Cívica que luego se transformó, sumando radicales y socialistas, en el Acuerdo Cívico y Social para enfrentar al kirchnerismo. Sus diferencias con Carrió se vuelven insalvables. Pero la diputada nacional electa en junio quiere insistir y ampliar un proyecto de centro izquierda para que la alternativa no sean sólo los peronistas disidentes con demasiada historia en el país. -Con el Acuerdo Cívico fracturado, los radicales en plena interna y todos discutiendo posicionamientos por donde no pasa la vida de la gente, ¿qué esperanza tenemos de que se construya una alternativa sólida y seria? -Hay que tener en cuenta la forma y el tiempo de cuando conformamos el Acuerdo Cívico: fue frente a la sorpresa del adelantamiento repentino de las elecciones. Esto nos llevó a un acuerdo con mucha urgencia, con desprolijidades, con falta de acuerdos mínimos en la Provincia. Pero se armó una lista buena para que compitiera nada menos que con Kirchner y De Narváez. En medio de una idea de polarización que no fue, porque si los porcentajes son 30, 30 y 22 como sacamos nosotros, no hay polarización. Sin embargo mucha gente terminó creyendo que el voto útil contra el kirchnerismo era el voto a De Narváez. Nosotros ahora queremos fortalecer este espacio, no sólo en la Provincia sino en el resto del país. -Hay una enorme atomización de los sectores opositores del mismo palo. Ni hablemos del peronismo disidente. Entre los radicales hay ya tres candidatos totalmente diferentes... -Muchas veces se plantea como una crítica la fragmentación de la política. Yo no tengo por qué subirme a que eso sea malo. Es la expresión de mucha gente que entiende que ya no la expresan los partidos tradicionales. El problema es cuando intentamos forzar un bipartidismo que ya no existe. Muchos se empecinan en que el sistema político tiene que ser el bipartidismo, que uno tiene que ser peronista o radical. Este es el primer error. Hoy hay un escenario político mucho más diverso, más plural en el que hay partidos viejos y nuevos, grandes y pequeños. No hay que encorsetarse a un análisis político que atrasa 30 o 50 años. Cuando uno analiza el fenómeno de Pino Solanas encuentra una explicación clarísima de por qué surge: es la reacción de sectores que optan por una nueva figura en rechazo a las formas tradicionales. Nosotros queremos preservar el Acuerdo, que no se ha roto. Yo diría que algún actor dentro de ese acuerdo, y lo digo con nombre y apellido, Elisa Carrió, decidió que no quería seguir estando ahí. Pero el resto de los que estuvimos lo preservamos. En el congreso todo esto funciona muy bien. -Todas estas diferencias que surgen entre los dirigentes de elite repercuten muy negativamente en el territorio, en las intendencias, en los concejos deliberantes, en quienes tienen que construir la base. En Olavarría su gente, Ernesto Cladera y Franco Cominotto, comparte bloque con Mavi Wright, que es ARI. Y tienen que convivir con la senadora María Isabel Gainza que es ARI. Sabemos que eso está en un hilo pero se mantiene la convivencia forzosamente... -Cuando fuimos con Ricardo Alfonsín a Azul cerramos un acuerdo entre el GEN y el radicalismo. En Azul nos toca gobernar con Omar Duclós. Y Cladera y Cominotto son las personas de mi más absoluta confianza y referencia en Olavarría desde hace años. En este encuentro sellamos un acuerdo que integró al ARI y al Partido Vecinal. Nuestra presencia tenía un gran valor simbólico para instalar a Azul como un modelo de hacia dónde queremos ir. Tenemos que agrandar lo que hicimos en junio para evitar que la alternativa no kirchnerista termine siendo lo que veo como un retroceso, que es De Narváez, Reutemann, Macri o Duhalde. Es una obligación nuestra construir una alternativa claramente progresista. Estar juntos no significa pensar lo mismo de todos los temas. Es comprometernos en un programa de gobierno que nos exprese a todos y le dé a la gente la certeza de hacia dónde queremos conducir el país. -Parece que vivimos tiempos de absoluto pragmatismo donde las ideas han dejado de existir y han dado lugar a las sociedades de conveniencia y a las candidaturas mediáticas. Hay claros ejemplos de que estas mezclas han hecho desastres en el país. ¿Cómo analiza estas construcciones políticas? -No concibo la política de la conveniencia sino de las convicciones. Uno puede equivocarse defendiendo convicciones pero eso está unido con los valores, con los principios. También creo en las construcciones orgánicas, de organizaciones, de partidos. Yo escucho la autopromoción de las candidaturas, alguien que sale a decir yo quiero ser candidato, como Moyano, o como Solá cuando dice si no es Reutemann soy yo. Ese manejo autopromocional es la contracara de la política sostenida en partidos, en la que la gente es la que promueve a las personas porque la representan. Los candidatos son simplemente las personas que de manera circunstancial expresan los proyectos. Yo pretendo un frente progresista muy amplio en el que el programa de gobierno sea nuestro sostén. -Hace pocos días Roberto Lavagna produjo una definición que, al menos, impresiona: dijo que la política argentina sería mucho más sana sin personajes extremos como Carrió y Kirchner. ¿Es necesario excluir? -La verdad es que a mí no me gusta la descalificación. No me gustan los que plantean mi límite es tal o si está éste yo no voy. Esas personas expresan a ciudadanos que los acompañan y los votan. A Kirchner y a Carrió hay millones que los han acompañado. De esa manera se está descalificando a los muchos que ellos representan. Yo estoy en contra de la reforma de la ley de partidos políticos porque pone traba a los partidos pequeños e implica excluir la representación de muchos ciudadanos que creen en esos partidos. -Cuando la escucha a Carrió decir "los hijos de Ernestina de Noble son nuestros hijos", ¿qué le sucede? -(Se ríe nerviosamente) Me cayó muy mal, la verdad. Para mí los hijos que considero propios son los hijos de los desaparecidos. No es una frase que me represente ni me exprese. -Cuando el ministro Amado Boudou discutió con el senador radical Gerardo Morales mucha gente tuvo la impresión de que toda la dirigencia ha participado de un modo u otro en gobiernos que le han hecho mal al país y empiezan a no tener autoridad moral para grandes críticas. ¿La Alianza es un peso? -No me gusta mucho la idea de la autoridad moral, diría mejor autoridad política. -Fueron errores muy graves que afectaron fuertemente al grueso de la gente. -Yo siempre me hago cargo de los errores cometidos en el gobierno de la Alianza que fue lo que le achacaron a Morales en ese momento. Pero creo en errores políticos y no morales. Me llama la atención cuando, intentando descalificar las críticas se olvida de que hoy en el Gobierno hay más funcionarios que fueron de la Alianza que en nuestro espacio. Embajadores, ministros... Pero además descalificar a alguien porque participe en un gobierno anterior no me parece argumento. En realidad no hay respuesta frente a la crítica. -Lo peor es que nos desangramos en discusiones tremendas, tantas veces superficiales, cuando existe una enorme deuda social desatendida y sin proyectos alternativos. -En realidad yo relaciono esto que comparto totalmente, con la coyuntura política. A mí como a muchos argentinos me hartó la discusión de los DNU (decretos de necesidad y urgencia); creo que la oposición ya tiene mayoría y número suficiente como para cambiar un poco las cosas. Tenemos que salir de esta trampa de estar discutiendo los DNU de Cristina; la Constitución establece un mecanismo de convalidación o rechazo y hay que votar eso. Y empezar a producir otras leyes que apunten a la agenda social. -¿Quién piensa hoy en cómo distribuir mejor la riqueza? -Yo estoy presentando esta semana un proyecto para empezar a discutir en serio una reforma tributaria. Porque la distribución de la riqueza es el segundo paso después de ver cómo hacemos para conformar la riqueza. Hay una discusión demasiado trabada en la coparticipación y la verdad que lo malo es que los recursos que integran la masa que se reparte, es una masa inequitativamente conformada. Hoy pagan por IVA los pobres y los ricos igual. Hay que bajar el IVA y gravar otras ganancias que no tienen impuestos. -En el impulso de la coparticipación de un impuesto distorsivo, que afecta a las pymes y que fue creado por Cavallo, como el impuesto al cheque, parece haber una falla de la oposición. ¿Deberían haber impulsado en realidad la eliminación y no dejar que el Gobierno les ganara de mano? -Sí, sí, es así. Por eso es que yo insisto en que tenemos que discutir una reforma tributaria. El impuesto al cheque es un mal impuesto sobre todo pero además la Nación se queda con el 85% del recurso y le da el 15 a las provincias. Entonces se profundizan las desigualdades. Necesitamos un sistema originariamente más equitativo.

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